martes, 12 de mayo de 2015

Pesadillas que he tenido recientemente


—Un asesino me pide la hora y yo, aun sabiendo que acaba de perpetrar un asesinato, se la doy. Luego la mala conciencia me persigue por haber «colaborado» con el delincuente. 

—Todos saben decir «doctor, formúlemelo» menos yo y mi madre. 

—Un parásito se apodera de mi mente y me manipula para que no vuelva ni a oler el alcohol. El puto huésped me vuelve abstemio. 

—Tengo un montón de peluches que esconden una fortuna, pero no puedo desgarrarlos para extraer la pasta porque a mi ahijada le gusta mucho jugar con ellos. 

—Un ejército de hormigas-fantasma me hacen la vida imposible en la nueva mansión que me he comprado. 

—Tengo las manos vacías (literalmente). Solo queda la piel. Son como finísimos guantes. No puedo hacer nada. 

—Los ríos fluyen hacia arriba, desde el mar hacia la cima de la montaña y no al revés; y yo me desespero intentando saber por qué. 

—Una avalancha de 'emanems' está a punto de enterrarme vivo y siento impotencia porque no voy a poder probarlos. 

—Unos segundos antes de morir se me ocurre el mejor tuit de mi vida y no me da tiempo a escribirlo. 

—Un maniquí animado del tamaño de un edificio me persigue. Me pisa los talones hasta que me acorrala en un callejón sin salida. Al final del callejón hay un portal que, de entrar en él, me enviaría a un lugar desconocido (sin retorno posible). Decido atravesar el portal y aparezco dentro del maniquí (peor el remedio que la enfermedad). No hay salida.

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