jueves, 29 de enero de 2015

LA AMISTAD


El mundo es un misterio


Explicación del niño: «El mundo es un misterio, hay muchos lugares que descubrir y muchos miedos que superar. Este chico tiene miedo al fuego, a las serpientes y a los zombies. Tiene que superar todos sus miedos para poder alcanzar la llave y descubrir mundos, es decir, si superamos nuestros miedos el mundo se abrirá a nosotros».

Al margen del uso encomiable que el niño hace de los plastidecores y de ese grafismo metafórico precoz (6 años), me hacen gracia algunos elementos formales del dibujo vistos desde un punto de vista literal:

- Zombi verde impúber tiende la mano al joven, quizá en señal de paz, pero el joven lo intimida con la espada pese a tratarse de un zombi ingénuo y desamparado (al principio pensaba que el zombi era el tipo impecable que empuña la espada). 
- Candado gigante asegura lo que parece ser el mar Pacífico.
- Las zonas de vegetación, las de tierra y las de montaña están perfectamente delimitadas mediante el color verde, el amarillo y el marrón, respectivamente. No hay cóctel de paisajes. Tres tipos de suelo y tienes que elegir uno. O estás con nosotros o estás con ellos. 
- Al parecer, Portugal es TODO vegetación y España es TODO tierra. 
-El rostro del fuego personificado es, por contra a lo que cabría imaginar, bastante amistoso. Poco desafiante.
- Existe cierto paralelismo entre los continentes y el ColaJet (helado de Nestle), tanto en coloreado como en morfología. Tal vez haya una influencia indirecta ahí... No lo sé. Desconozco si el niño sabe de la existencia del ColaJet.



miércoles, 28 de enero de 2015

Crisis del sector

El hijo pródigo ha vuelto. 

El señor Ramírez, después de cinco meses y siete días sabáticos (aportación 0), ha vuelto en sí mismo y ha comprendido que tiene que hacerse cargo de sus responsabilidades. Su regreso viene motivado por el descubrimiento de un objeto que tenía en su cuarto y solo utilizaba para tomar notas y escribir recordatorios: una pizarra blanca. Según dice, este soporte le hace ser más «productivo, fértil, fructífero...». Por lo visto, a partir de ahora siempre dibujará en esta superficie. Reniega del papel. Más cambios: con efecto inmediato, su sección pasa a llamarse «La pizarra de Frederic». Los motivos de la elección de este nombre artístico son desconocidos, también para mí. Por favor, no intentéis sonsacárselo. No hablará. Su voluntad es férrea como el acero. 

Aquí tenéis el primer capítulo de esta nueva andadura, titulado Crisis del sector


martes, 6 de enero de 2015

Hibridaciones como puños

¡Queridos amigos, hoy volvemos (ese plural falso... este blog lo llevo solo yo) con tres ilustraciones fantásticas hechas por niños! ¡Niños que hacen de la hibridación un auténtico disparate! ¡Niños que no pueden huir del mestizaje más rocambolesco! Esa ofuscación infantil e instintiva por mezclar... Por barajar características aspectuales. Por «agitar antes de usar» (la imaginación)... ¡Maravilloso! Estos tres dibujos, bienaventurados lectores, son fruto de la imaginación más heterogénea. Festejadlos con jolgorio. ¡No es para menos!

Mirad, aquí tenéis el primero, en palabras del propio niño autor: «Aquí e dibujado un monstruo con la cabeza de un gato, el cuerpo de un marciano, y los pies son las patas de una silla con una falda». 



En segundo lugar, una frivolité con mucha carga simbólica cuyo autor precoz describe de la siguiente manera: «Es un CÍCLOPE BEBÉ, CON GARRAS (atención a la forma de las garras), y está cogiendo un cigarrillo que quiere decir que los niños —yo no— cada vez más, por sus padres, se sienten impulsados a fumar»:




Por último, tenemos el gusto de presentarles (otra vez el plural fingido, ahora acompañado de un detestable estilo discursivo de tipo ceremonial) el tercer dibujo en discordia, descrito por su creador como «un pallasopetardo que salió de una fábrica con científicos que habían hecho un prototipo de un petardo al que se le fue la cabeza y empezó a tirar petardos a la gente por PURA VENGANZA (la venganza salida de la nada, la venganza sin móvil)»:



viernes, 2 de enero de 2015

Díptico onírico

Estoy en un balneario raro con fuentes termales. Solo. Aburrido. Un poco excitado. Me zambullo en la piscina. Debajo del agua me envuelven una especie de espectros de algas y de bacterias ampliadas a tamaño visible1. No puedo tocarlos porque son espectros, pero me dan asco igual2. Mientras buceo, también puedo observar en el fondo una serie de letreros, pósters, pegatinas, envases y estampados que publicitan un producto random. La escena se narra visualmente como si fuese una película en primera persona, con paneos, travellings y zooms que estructuran un plano secuencia flotante bajo el agua (esta idea me llama la atención porque era como si quisiera hacer de esos anuncios una producción cinematográfica con su trama y su sentido, como si los carteles encerraran un misterio oculto que está ahí y no quiero ver). 

Este acto onírico finaliza aquí y, de repente, la acción se traslada a la redacción de un periódico. Trabajo allí, pero en vez de ocuparme de lo que debo, me entretengo dibujando y escribiendo cosas surrealistas. En una de tantas, el redactor jefe se acerca a mí y me confisca la hoja donde estaba ultimando un dibujo acompañado de poesía. Contra todo pronóstico, en lugar de ridiculizarme y echarme la bronca, me manifiesta su admiración por la pieza y, joder, ¿sabéis lo que hace después?3 Saca a la palestra a la redactora más tímida de la plantilla a leer mi poesía para todos los empleados, al fin de que supere su pánico escénico (menudo canalla). A la pobre chica no le queda más que aceptar y, hecha un flan, inicia la lectura del poema. Justo en ese momento caigo en la cuenta de que no es estrictamente una poesía, sino prosa con cierto regusto metafórico y, ni corto ni perezoso4, interrumpo a la compañera y se lo hago saber, no sé con qué fin. Si no recuerdo mal, el dibujo consistía en una paella, pero en vez de arroz, estaba compuesta de pequeños globitos hinchados del tamaño de granos5 (de arroz). Del texto no recuerdo ni una sola línea.



1. El espectro de un alga. El espectro de una bacteria... No dan mucho miedo, pero son espectros, ¿eh? CUIDADO. 

2. Los espíritus me daban grima, Miedo no, GRIMA. 

3. Esa función apelativa ahí, que se note. ¡Arriba esas preguntas retóricas de locuaz parlanchín!

4. En el sueño no vi la interrupción como algo descarado y súbito. Ese «ni corto ni perezoso» lo añado yo ahí para amenizar la lectura (menudo gilipollas...).

5. Quería hacer el dibujo, pero pensé que no se notaría el detalle de los globos del tamaño de granos... No hay suficiente resolución en un dibujo a boli bic de los que yo hago... NO tenía sentido hacerlo... (intenta disculpar la gandulería más insultante... ¡Inútil!; Ala, cómo se pasa consigo mismo... Tampoco era para ponerse así... Pobre... —la autocompasión). 

Datos personales