viernes, 2 de enero de 2015

Díptico onírico

Estoy en un balneario raro con fuentes termales. Solo. Aburrido. Un poco excitado. Me zambullo en la piscina. Debajo del agua me envuelven una especie de espectros de algas y de bacterias ampliadas a tamaño visible1. No puedo tocarlos porque son espectros, pero me dan asco igual2. Mientras buceo, también puedo observar en el fondo una serie de letreros, pósters, pegatinas, envases y estampados que publicitan un producto random. La escena se narra visualmente como si fuese una película en primera persona, con paneos, travellings y zooms que estructuran un plano secuencia flotante bajo el agua (esta idea me llama la atención porque era como si quisiera hacer de esos anuncios una producción cinematográfica con su trama y su sentido, como si los carteles encerraran un misterio oculto que está ahí y no quiero ver). 

Este acto onírico finaliza aquí y, de repente, la acción se traslada a la redacción de un periódico. Trabajo allí, pero en vez de ocuparme de lo que debo, me entretengo dibujando y escribiendo cosas surrealistas. En una de tantas, el redactor jefe se acerca a mí y me confisca la hoja donde estaba ultimando un dibujo acompañado de poesía. Contra todo pronóstico, en lugar de ridiculizarme y echarme la bronca, me manifiesta su admiración por la pieza y, joder, ¿sabéis lo que hace después?3 Saca a la palestra a la redactora más tímida de la plantilla a leer mi poesía para todos los empleados, al fin de que supere su pánico escénico (menudo canalla). A la pobre chica no le queda más que aceptar y, hecha un flan, inicia la lectura del poema. Justo en ese momento caigo en la cuenta de que no es estrictamente una poesía, sino prosa con cierto regusto metafórico y, ni corto ni perezoso4, interrumpo a la compañera y se lo hago saber, no sé con qué fin. Si no recuerdo mal, el dibujo consistía en una paella, pero en vez de arroz, estaba compuesta de pequeños globitos hinchados del tamaño de granos5 (de arroz). Del texto no recuerdo ni una sola línea.



1. El espectro de un alga. El espectro de una bacteria... No dan mucho miedo, pero son espectros, ¿eh? CUIDADO. 

2. Los espíritus me daban grima, Miedo no, GRIMA. 

3. Esa función apelativa ahí, que se note. ¡Arriba esas preguntas retóricas de locuaz parlanchín!

4. En el sueño no vi la interrupción como algo descarado y súbito. Ese «ni corto ni perezoso» lo añado yo ahí para amenizar la lectura (menudo gilipollas...).

5. Quería hacer el dibujo, pero pensé que no se notaría el detalle de los globos del tamaño de granos... No hay suficiente resolución en un dibujo a boli bic de los que yo hago... NO tenía sentido hacerlo... (intenta disculpar la gandulería más insultante... ¡Inútil!; Ala, cómo se pasa consigo mismo... Tampoco era para ponerse así... Pobre... —la autocompasión). 

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