viernes, 19 de junio de 2015

Unas cuantas situaciones

Han encontrado una carta en un maletín hermético hundido junto al Titanic. Es un testamento. El único beneficiario eres tú. La herencia es el Titanic hundido. Ahora es tuyo. Disfrútalo. Ah, no...



Han encontrado una carta en un maletín hermético hundido junto al Titanic. Es un testamento. El único beneficiario eres tú. La herencia es una reproducción a escala 1:10000 del Titanic partido (la miniatura fue elaborada antes de la catástrofe).




Un desconocido te pregunta cómo te llamas y el primer nombre falso que se te ocurre decir es el de tu padre, que se llama como tú.




Entra al trapo cada vez que mencionan a su tatarabuela muerta (a la que no conoció): «¿Qué tienes tú que decir de mi tatarabuela, payaso?».




Si algún día se alcanza la inmortalidad desaparecerán un montón de cosas. La primera que se me ocurre es la crisis de los 40.




Una niña intenta hacerte la broma de «¿te cuento un secreto al oído?» y chillar «bu» para darte un susto. Pero al estar en público se corta un poco y se ve obligada a decir «bu» en voz baja, perdiéndose todo el efecto y la poca gracia que tenía esa broma. No obstante, acabas riéndote por ese mismo motivo y al final la broma acaba teniendo cierto sentido. 



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