«A continuación, el incendio, desde dentro». Así anunciaba la televisión que se iba retransmitir la catástrofe. No cerca del fuego. No entre las llamas. Sino dentro de ellas. Reporteros calcinándose y exhalando su último aliento para informar de la noticia. La máxima es adentrarse hasta el fondo de los hechos. Y los hechos hoy son el fuego. Una voz en off acompaña las trágicas imágenes: «Miren, miren. Para que vean lo terrible que puede llegar a ser un desastre de estas magnitudes. Contemplen la potencia de la combustión. Miren cómo se consume el cuerpo del pobre diablo».
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