martes, 6 de septiembre de 2016

El malentendido

Un tipo que está obsesionado con los puntos. Con algo tan ridículo e insignificante como los puntos. Pero no es que vea puntos por todas partes o que los puntos detectados en el entorno próximo acapararen toda su atención. Es la noción matemática de «punto» la que le trae de cabeza. El punto irreductible, concebido como una partícula posicional mínima carente de dimensión física que solo expresa una localización, una situación determinada en el espacio con respecto a la cual se sitúan a su vez otras cosas. Está medio loco, pero detrás hay una causa científica. Por desgracia, ha perdido el habla y ya no puede comunicarse con nadie. Solo es capaz de decir «el punto, el punto...» continuamente en su vida cotidiana. Todo el mundo piensa que su locura consiste en buscar puntos entendidos como representaciones geométricas del concepto de punto. En encontrar «puntos» en el mundo que le rodea, como lunares, círculos pequeños, agujeritos, etc. El pobre diablo, además de cargar con su propia ofuscación, tiene que pugnar con el prejuicio del que interpreta su locura como lo que no es.

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