viernes, 4 de julio de 2014

Breve antología de notas de móvil

Una serie de anotaciones perdidas que tenía por el móvil y que he decidido reunir en una escueta antología porque publicarlas por separado implicaba mucho más trabajo (más clics de ordenador, una mayor cantidad de entradas, pensar un título para cada una...). Así mejor, todo de una sentada. 


Un breve coloquio:
- Se rumorea que moriré a las seis y treinta y cuatro del día 7 de julio de 2043.
- ¿Y eso?
- Me lo ha dicho un pajarito.
La muerte le había visitado y le había revelado el momento exacto de su muerte, pero él seguía queriendo que todo pareciese normal y trataba la información como si fuera un chismorreo. 


Tener sexo con cabello humano. Follar pelo de persona. Un tío que solo obtiene placer con esto. Aparte de eso, como mucho, puede excitarse algo pensando en cueros cabelludos, que no en calvas, ojo. Técnicamente [anatómicamente] son lo mismo, pero conceptualmente no.


El miembro de la tribu nómada indicó por señas lo que parecía ser una dirección de correo electrónico (hizo claramente el gesto que simbolizaba la arroba). 



Un buen día, a ese individuo con el que siempre te saludas con un leve gesto de cuello cuando os cruzáis por la calle pero con el que no tienes ningún tipo de relación personal más allá de eso se le ocurre romper el estandarte y saludarte con gran efusividad, dándote la mano y asintiendo con la cabeza. Acto seguido, el tipo te increpa por no hacer tú lo mismo y te acusa de antipático y de maleducado. Tú no dices nada, te quedas atónito con este casual. El balón ha hecho un extraño, ahora está en campo contrario. Algo se ha enquistado y no sabes qué. Al despedirse, el conocido te vuelve a dal la mano e intenta un intercambio de camisetas en señal amistosa. 


En cuanto tiene oportunidad (no haya nadie alrededor), corre a tope unos metros y para de repente. Hace un sprint implacable de tres segundos y para en seco. Es su manía y había que respetarla. 


Antes de hacer la compra, siempre se hacía una lista con las cosas que no debía comprar bajo ningún concepto. Eran muchas cosas. Perdía una hora y pico apuntando todo lo que se le ocurría y todavía se le escapaban cosas. Lo más grave es que se le olvidaba la lista en casa el 76% de la veces (porcentajes muy precisos en una narración literaria; tampoco descuadra mucho, como soy el narrador omnisciente, me puedo permitir el lujo de conocer estas cosas). 


Enloqueció muy fuerte y, en esta vorágine de locura, alucinaba con que era secuestrado y desarrollaba cierto afecto hacia el secuestrador. Contrajo un Síndrome de Estocolmo hiperpsicológico raro. Su amigo imaginario era a la vez la causa de su locura (lo tenía retenido) y su píldora tranquilizante (le caía bien). 


De repente, ciertas especies de animales, presas del aburrimiento, desarrollan la escritura para entretenerse. La invención no responde a ninguna necesidad concreta de progreso o subsistencia, es solo en busca de un poco más de divertimento. Un poco de distracción en la vida de algunos tipos de anfibios y mamíferos en una naturaleza que ya tienen demasiado vista. 




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