martes, 19 de agosto de 2014

Falsa humildad y superpoderes

Esta tarde durante la siesta, I had a dream (tira de Martin Luther King para contar sus mierdas). No, en serio, ha sido un sueño lleno de matices y detalles y lo acuerdo con toda nitidez (¿Cómo que lo acuerda?  ¿Cómo que el sueño es el fruto de un pacto entre partes? ¿Y con quién diablos realiza el pacto?). Bueno... En fin... La movida empezaba andando tranquilamente por la calle con unos amigos que conocía de algo pero no sé de qué (solo sé que en el sueño los consideraba mis amigos de toda la vida). De repente, descubría que podía dar saltos sobrenaturales, de unos cien metros, así a ojo, Quizá un poco menos. Un amigo me animaba a que hiciera demostraciones y luego hacía la coña marinera de que saltáramos los dos a la vez (él estaba muy borracho), en plan retándome. Por otro lado, también tenía la capacidad de flotar en el aire de una forma muy peregrina: debía colocarme como si estuviera sentado en el suelo, con las piernas levemente flexionadasy utilizando los brazos a modo de remos, realizando brazadas típicas de natación (un poco del modo en que se colocan los piragüistas dentro de la piragua). Una de las cosas más pintorescas era que, a pesar de mis más que evidentes capacidades fuera de toda física establecida y de los constantes vítores con que me aclamaba la gente, yo me mantenía en una actitud muy humilde y vergonzosa, de las que llegan a ofender. De hecho, mi falsa modestia llegaba hasta el punto de soslayar el cumplido y dar a entender de algún modo que no era para tanto, que lo que hacía estaba al alcance de todos (todo tiene una medida ideal, pero yo me pasaba de humilde, llegaba a suscitar ira en algunos amigos por no admitir mis bondades).



El peligro de flotar en el aire y volar era doble: de una parte, me gustaba subir muy alto, y teniendo en cuenta que estaba nublado y parecía que se iba a producir un temporal en cualquier momento, más me valía tener cuidado; de otro lado, tenía un tercer superpoder, la teletransportación, que me hacía hacer una cosa terrible para la salud: ascender muchas millas hacia arriba2, dejarme caer y, a punto de reventar contra el suelo, usar el teletransporte para regresar a las nubes. Y aquí viene lo más onírico: si demoraba demasiado la caída libre y llegaba a estampar contra el adoquinado, mi cuerpo se teletransportaba automáticamente justo antes de reventar. Es decir, exactamente antes de que los newtons del suelo actuaran y destrozaran mi cuerpo, el superpoder se activaba solo. La mejor manera de entenderlo es que el desplazamiento instantáneo se producía en el mismo momento en el que entraba en contacto con el suelo y el impacto no llegaba a transferir fuerza a mi organismo. Peeero... Cuando reanudaba la caída, pasaban dos cosas, una buena y otra mala: la buena es que el descenso no era acelerado, sino a velocidad constante (y lenta). La mala era que durante el proceso de caer (que completaba en estado inconsciente) iba tragando cosas del aire, como cuando alguien se ahoga en el mar e inhala algas y otros cuerpos extraños. Al recuperar la consciencia, noté que una rama me asomaba por la boca. Estiré y fui sacando decímetros de tallo hasta sacar una especie de fruto seco esférico que no sé que´demonios hacía en el aire, pues tenía una masa considerable. Y pensé que igual el fruto seco también tenía la capacidad de vencer a la gravedad.


1. Realmente, sospecho que las piernas podían estar flexionados o no estarlo, sin complicación alguna, solo que todas las veces que lo hacía se daba el caso de que las tenía flexionadas, pero yo creo que daba igual.

2. En vez de teletransportarme a las alturas directamente, la primera vez iba por medio de mi flotabilidad, gozando del paseo.

3. Sé que cuesta creer que me acuerde de forma tan precisa de cada elemento del sueño, ¡pero es verdad! 


4. La imagen que corta el texto es para que veáis más o menos en qué postura llevaba a cabo el vuelo. 

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