lunes, 13 de octubre de 2014

No era raro

Era un tipo enrarecido, no raro... Un esotérico que había labrado su rareza a golpe de manía prefabricada y de tic urbano. Había cambiado muchas cosas en su vida, entre ellas aquellas que otrora le parecían bien. Ahora parecía estar enemistado con un montón de objetos y sensaciones. Se había enterrado con mucha paciencia tenaz y ya no pertenecía a este mundo. Más bien al mundo de lo inexacto, de lo peregrino. Atravesaba un estado permanente de embriaguez reflexiva, como si fuese extravagante de forma consciente pero distante. Pero no era raro, estaba enrarecido... El hombre empatizaba solo con lo artificial. Se había armado en su imaginación con todo lo que no poseía. No era normal, tampoco extraño. En cierto modo, era una persona real instaurada en un submundo irreal, o una persona irreal infiltrada en un mundo de presunta normalidad. No sé... No era raro, estaba enrarecido... Pasaba tardes enteras jugando solitarios con dos vasos de agua sobre la mesa, ambos para él. Antaño uno de esos vasos lo utilizaba alguien, seguro. Tenía un gato al que llamaba Greta y los Garbo, pero a veces prefería llamarle Tommy Robredo. Otro de sus vicios baladís era hacer como que oía las conversaciones ajenas, pero no escuchaba nada, era todo una treta para parecer un cotilla entrometido. En realidad, en lo único en lo que se entrometía era en su propia naturaleza. Pero no era raro, estaba enrarecido... Era un extraño para sí mismo, y su cuerpo era un mero representante, un utensilio burocrático y mecánico para realizar tareas básicas mientras pensaba en otras cosas, como recordar cuando cantaba en la ducha. No era raro, estaba enrarecido... Era un producto industrial resultado de horas alienándose a sí mismo. también era un producto conceptual ideado por una esencia impura que venía tomando el control desde hacía tiempo. En su proceso de enrarecimiento ya casi había escalado todos los peldaños, ya casi tocaba el cielo de las contradicciones y ya casi parecía un raro innato que, sin embargo, había sido fabricado por un ente pensante que habitaba su ser. Y ya no se veía reflejado ni a sí mismo, ni a su producto. Pero no era raro, estaba enrarecido... A veces miraba al cielo con lupa, y en otras ocasiones te pedía la hora redonda, sin minutos. Escalaba su propio yo con extraordinaria fe en llegar a una cima poblada de microbios especulativos. Mandaba mensajes a su hermano gemelo que nunca existió, y eso que él sabía que nunca había existido, pero quería hacer como que sí. No era raro, estaba enrarecido... Cuando tenía hambre, llenaba cuadernos con anotaciones muy precisas sobre cómo debía ser el hambre si tuviera una forma física. Tenía un violín en casa que usaba como escritorio, mientras que el escritorio le servía como instrumento de percusión. Oía silencios que le decían que debía enterarse y voces que se callaban lo que quería oír. Pero no era raro, estaba enrarecido... Profanaba tumbas para cronometrarse a ver cuánto tardaba en hacerlo. Tenía sus marcas apuntadas en el mismo cuaderno de los bosquejos sobre el hambre, en el mismo cuaderno en que registraba el tiempo que llevaba vivo para asegurarse de que su vida continuaba pasando y todo tenía cierto sentido. Cuando dormía, soñaba que era normal, o raro. Pero ya sabéis.... No era raro, estaba enrarecido...

Si te llaman raro, no hagas caso, sé valiente, sé libre, asume la verdad: 
No eres raro, estás enrarecido...



Al final, toda la parafernalia paranoide era un texto propagandístico de Coca Cola...
Coca Cola apostando fuerte por textos largos que llevan un eslogan muy loco...
Coca Cola sumándose al absurdo, a la parrafada gris, a la descripción confusa...
Coca Cola siguiendo una estrategia muy poco comercial, muy jodidamente difusa...

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